jueves, 14 de enero de 2016

Podemos despedir a los empleados públicos sin crisis (I)


Argentina tiene actualmente un enorme problema fiscal y hoy en día está muy de moda hablar sobre despidos de empleados estatales. El país tiene aproximadamente 4,43 millones de empleados públicos. De ellos, 2 millones se agregaron durante la “década K”. La creencia popular es que no se los puede despedir porque solo engordarían las filas de desempleados, empeorando la situación económica y alimentando un descontento generalizado que podría terminar en una revuelta. ¿Puede Argentina despedir a miles o incluso millones de empleados estatales sin que ello provoque una crisis económica y un masivo desempleo? Un caso histórico nos ayudará a comprender que sí puede.

Luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos bajó de manera brutal el gasto público. Millones de empleados del estado, soldados y civiles, fueron despedidos de la noche a la mañana. Con todo eso, la economía americana se mantuvo con pleno empleo y creciendo de manera formidable. La lección: se puede hacer un ajuste fiscal monumental, de manera rápida y sin crisis, ni desempleo, ni depresión económica. Como veremos, fue puro shock. No hubo nada de gradualismo. Las explicaciones keynesianas por el “milagro” de posguerra tienen tantos defectos que son descartables (Vedder y Gallaway, 1991; Higgs, 1999; Anderson, 2010).

Debido a la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos aumentaron el gasto público total (federal + state + local), principalmente defensa, desmesuradamente. Pasó de 18,82 % del PBI en 1941 a 51,79 % en 1945


Pero luego de la guerra, Estados Unidos bajó el gasto público total de más del 50 % del PBI de nuevo al 20 % en solo 3 años

Por otro lado, Argentina tiene hoy un gasto público consolidado (nación + provincias + municipios) de más del 50 % del PBI. La mayor parte del mismo no es otra cosa que salarios de empleados y jubilaciones.

Estados Unidos retrajo el nivel del gasto público* consolidado desde los 118 mil millones de dólares de 1945 hasta unos 79 mil millones en 1946. Es decir, el gasto estatal total cayó casi 33 % en solo un año. Luego, en 1947, se retrajo otro 27 % respecto al año anterior. Y finalmente disminuyó un casi 5 % en 1948. En total, el gasto estatal consolidado bajó un 53 % entre 1945 y 1948. El gasto público total se redujo a la mitad en solo 3 años.


Los déficits fiscales federales, dado el gasto total, para pagar la segunda gran guerra fueron monumentales. El rojo de las cuentas estatales absorbía el 29 % del PBI en 1943. Hacia 1944 bajó un poco hasta el 25 % para volver a subir el año siguiente hasta el 27 %. Terminada la guerra y con el brutal recorte de gasto de 1946, el déficit fiscal cae desde el 27 % hasta el 12 % del PBI (menos de la mitad de déficit en solo un año). Para 1947 el déficit era solo el 1 % (90 % de reducción en un solo año) y ya en 1948 se produce un superávit fiscal de más de 2 %.


En la actualidad, Argentina no tiene, ni de cerca, un déficit fiscal tan abultado. Pero aun así es muy elevado para un país que no está en guerra: un 8 % del PBI. El más alto de los últimos 28 años.

La FED tampoco realizó mucha expansión en esos años. El agregado de la base monetaria se estancó entre 1946 y 1951. Y la oferta monetaria M1 creció solo 9 % entre septiembre de 1945 y septiembre de 1948, mientras el M2 únicamente un 13 %. Nada fuera de lo normal.

Observen el siguiente cuadro que es el que presentan Vedder y Gallaway (1991) para Estados Unidos:


La Segunda Guerra Mundial terminó en septiembre de 1945. Solo en un año, desde junio de 1945 a junio de 1946, el gobierno despidió a casi 10 millones de personas. Leyeron bien: el gobierno en solo un año dejó sin empleo a 10 millones de americanos, 16 % de la fuerza de trabajo, que nosotros llamamos Población Económicamente Activa (PEA), de 1946.

En la Argentina actual, la PEA es de aproximadamente 19 millones de personas. Con lo que el total de empleados públicos representa un 23 % de la misma. Pero que ese porcentual sea mayor en el caso argentino no afecta el argumento. Ambos son porcentajes muy amplios de la PEA y ambos pueden bajarse a cero o un poco más de cero. En el caso argentino, si se quiere, se pueden despedir a varios millones, dejando solo el personal mínimo necesario para que el Estado realice las funciones básicas. Podemos incluso solo limitarnos a los 2 millones de empleados agregados en los últimos 12 años y que representan solo el 10,50 % de la PEA.

¿Acaso toda esa gente en la calle en tan poco tiempo provocó una subida fenomenal de la desocupación en Norteamérica? ¿Hubo una depresión luego de recortar drásticamente el gasto y empleo público como pronosticaban algunos economistas (varios keynesianos, claro) en años previos al fin de la guerra? ¿El sector privado pudo con toda esa mano de obre desocupada? Veamos:

A pesar de 10 millones de despedidos del Estado en solo un año, la tasa de desempleo llegó a un muy razonable 4,15 % en ese periodo. ¿Cómo fue posible esto?
  • 1) Hubo una caída en la oferta laboral: Noten que la población total apta para trabajar aumentó casi en un millón de personas en el año. A pesar de ese crecimiento neto del total, la PEA disminuyó en casi 5,6 millones de personas. Al terminar la segunda gran guerra mucha gente se retiró del mercado laboral. En particular, millones de mujeres voluntariamente decidieron salir de la fuerza laboral para volver a sus trabajos de madres, esposas y amas de casa**. Muchas otras, al igual que muchos hombres, decidieron también volver a la escuela o universidad. La participación de las mujeres en el empleo civil baja bastante, del 36,39 % al 29,65 %. Siempre recuerden que esta caída de la oferta laboral fue voluntaria. Con lo cual el desempleo potencial de 10 millones cayó en 56 % al ser absorbido por la salida voluntaria de 5,6 millones de personas del mercado laboral. La oferta de trabajo se contrajo y volvió a los niveles normales (históricos) que habían sido alterados por el hecho insólito de la guerra mundial (Vedder y Gallaway, 1991). Sin embargo, es falso decir que “el desempleo no fue alto solo porque las mujeres dejaron sus puestos en plantas y volvieron al hogar”. De las 4,9 millones de mujeres que entraron a la PEA entre 1941 y 1944, 2,4 millones permanecieron en el mercado laboral (Anderson, 2010).
  • 2) Ocurrió un aumento de la demanda del sector civil: A pesar de lo anterior, todavía quedaban 4,4 millones de desempleados. El otro factor que contribuyó a aminorar el desempleo fue que la industria civil (no empleo en el gobierno), en su mayoría sector privado, le dio trabajo a 2,7 millones de trabajadores en solo un año. El 27 % del desempleo potencial de los 10 millones fue absorbido por la producción civil entre junio de 1945 y junio de 1946 (Vedder y Gallaway, 1991). El restante 1,7 millón de personas, en adición a los 0,89 millones anteriores, son el 4,15 % de desempleo.
Alguien podría argumentar, mirando el cuadro, que el desempleo claramente subió desde más de 1 % en junio de 1945 hasta el 4 % en junio de 1946. Pero hay que aclarar que el desempleo de junio de 1945 está ficticiamente disminuido debido a que muchos trabajadores estaban “empleados” de soldado y peleando la guerra o haciendo municiones. En circunstancias normales (o sea, sin conflictos militares mundiales), menos de 5 % de desempleo es o “pleno empleo” o casi “pleno empleo”. Por si eso fuera poco, esa tasa menor a 5 % está por debajo de la tasa de desempleo promedio de Estados Unidos de todo el siglo XX. Es más, está incluso por debajo del promedio de los “prósperos” años 20s y 50s (Vedder y Gallaway, 1991). Para más inri, una intervención del Estado (los seguros de desempleo para veteranos) hizo que esa tasa de desempleo sea más alta de lo que habría sido sin la intervención (Higgs, 1999). Por lo tanto, el 4,15 % de desempleo de junio de 1946, ya terminada la guerra, es claramente “pleno empleo”.

Adicionalmente, el porcentaje de personas absorbidas por el sector civil fue mayor. Si incluimos las industrias de defensa, se despidieron en total a 11 millones de personas de las cuales 4 millones (más del 36 %) fueron absorbidos por la economía civil. Esto es debido a que, en el primer año de posguerra en que aumentó el empleo en 2,7 millones, las industrias de consumo todavía no alcanzaban la producción completa y también el empleo en fábricas de junio de 1946 estaba todavía más de 10 % debajo de los niveles de junio de 1945 (por la baja de producción relacionada con la defensa). Lo que implica que el crecimiento en el empleo no manufacturero y no del gobierno fue, de hecho, de 4 millones (Vedder y Gallaway, 1991). La tasa de desempleo continuó siendo asombrosamente baja hasta 1948. Entre 1944 y 1948, luego de que el gobierno despidiera a casi 11 millones de personas, el sector privado (comercio minorista y mayorista, servicios, construcción, vehículos y equipamiento, finanzas y bienes raíces, etc.) añadió 5,12 millones de empleos (Anderson, 2010).


Por otro lado, el PBI real norteamericano cayó un inédito 20,60 % en 1946, una bestialidad que superaba con creces el peor año de la Gran Depresión: 1932. También se desplomó antes en 1945 un 4 % y en 1947 un 1,5 %. ¿Qué ocurrió? ¿Hubo otra Gran Depresión en 1945-1947? No. Lo que hubo fue “magia estadística”. El PBI incluye el gasto público, el cual había subido tanto que absorbía gran parte del producto. Una baja desorbitada del gasto de gobierno implicaba una caída enorme del PBI. Si restamos el gasto público del PBI nos queda el producto del sector privado o Producto Bruto Privado (PBP). En 1946 el PBP real creció un increíble 29,50 %, cifra jamás igualada, mientras el PBI real caía 20,60 %. El PBP creció en 1945 aproximadamente 10 % y en 1947 un 3 % (Higgs, 1999). En total, el crecimiento del sector privado real en 1945-1947 fue de 33,80 % según cifras deflactadas con dudosos índices oficiales. Usando alternativos, el crecimiento pudo ser de 44,50 % (Higgs, 1999). En palabras simples, el sector privado surgió con toda su fuerza gracias a que el Estado se apartó.

¿Cómo ocurrió que el sector civil no manufacturero aumentó tanto como para absorber tamaña cantidad de empleados públicos despedidos?
  • a) Los salarios reales ajustados por productividad bajaron: se permitió que el mercado laboral hiciera los ajustes necesarios ante ese masivo exceso de oferta laboral de 11 millones en un solo año. Los mercados laborales actuaron rápido y eficientemente. Primero, como vimos, vía una reducción de la oferta. Segundo y adicionalmente, a través de una reducción de los salarios reales ajustados por productividad. Estos cayeron aproximadamente un 2,35 % en 1946 y un 7,15 % en 1947. Millones de trabajadores consiguieron trabajo y fueron contratados por empresas a pesar del futuro incierto simplemente porque “el precio era el correcto” (Vedder y Gallaway, 1991). Exactamente lo contrario de lo que ocurrió en la Gran Depresión, cuando el Estado no permitió al mercado laboral ajustar. Aun así, Higgs (1999) pone dudas de que todos hayan bajado.
  • b) Bajaron los impuestos: con la “Revenue Act” de 1945 se bajaron las tasas superiores de impuestos a los ingresos de las empresas y se eliminó el impuesto a las ganancias excesivas (un típico impuesto de guerra). Este último no era poca cosa. Solo entre 1941 y 1945 el acumulado de los pagos netos por ese impuesto fue de 40 mil millones de dólares (Higgs, 1999), que equivalen a 527 mil millones hoy. Con lo cual, las empresas disfrutaron de una suba de beneficios entre 1946 y 1948 (Higgs, 1999; Vedder y Gallaway, 1991). El ahorro bruto que permitían esos crecientes beneficios entre 1945-1948, habilitó buena parte de los fondos para el financiamiento de la gran inversión de posguerra que absorbió a los desempleados. La tasa marginal más baja también fue disminuida (Anderson, 2010).
  • c) Desregulación en tiempo record: la gran mayoría de los siempre cambiantes controles y regulaciones de guerra que asfixiaban la economía se quitaron en 1945, y en 1946 la mayor parte del resto (Higgs, 1999). Los controles de precios, regulaciones, prohibiciones, prioridades, programación de fechas, asignaciones físicas, conservación y limitación de órdenes, cuotas, subsidios, rechazos, racionamiento de bienes, racionamiento de crédito, control de tasas de interés, servicio militar obligatorio, la masiva inversión estatal, etc. desaparecieron en tiempo record (Higgs, 1999). En un lapso mínimo, dos años o menos, la economía norteamericana se despojó de una inmensa cantidad de regulaciones (Anderson, 2010). Ello validó la confianza e incentivó a los empresarios a actuar. Además, precisamente el hecho de que se esperaba que muchas regulaciones del mercado laboral fueran solo transitorias y se terminarían luego de la guerra, como finalmente ocurrió, fue otro factor fundamental para lograr el muy bajo desempleo.
  • d) El Estado no haciendo crowding-out: el Estado dejó de “desplazar” al sector privado al cancelar contratos militares inmediatamente, vender muchas fábricas estatales a privados, trasformar su déficit en superávit, etc. (Higgs, 1999)
Sí, es posible reducir el tamaño e influencia del Estado y despedir a todos los miles o millones de empleados públicos que se quiera en muy poco tiempo y sin un Apocalipsis de desempleo alto, crisis y depresión económica. En resumen, podemos “echarlos a todos”.

Vengan de a uno.




*Observen que el nivel del gasto público no regresa a la altura que tenía en 1940, sino que, luego de la tremenda subida, baja hasta una cota superior. Eso es lo que se conoce como "efecto trinquete" y es lo que refuta las absurdas teorías de Naomi Klein.

**Amiga/o feminista, si en caso de leer esto estás pensando en que yo quiero o estoy mandando a que las mujeres vuelvan a sus “roles” supuestamente “impuestos” por la “sociedad heteropatriarcal” o algo así, no entendiste nada. Contar los hechos históricos como fueron deja fuera cualquier intencionalidad que se invente el lector prejuicioso sobre quien escribe. 






Anderson, David R. (2010) “The U.S. postwar miracle”. George Mason University: Mercatus Center. Working paper 10-67.

Higgs, Robert (1999), “From Central Planning to the Market: The American Transition, 1945-1947”. The Journal of Economic History. Vol. 59, No. 3, 600-23.

Vedder, Richard K. y Gallaway, Lowell E. (1991) “The great depression of 1946”. The Review of Austrian Economics. Vol. 5, No. 2, 3-31.

3 comentarios:

  1. Entré a tu blog hoy. Veo que usás un par de veces como ejemplo la evolución de variables económicas de EEUU antes, durante y después de la segunda guerra mundial.
    Entiendo que es un período histórico muy peculiar y no me parece razonable asimilarlo a lo que puede ocurrir en Argentina hoy. En particular en el caso de este post, en que sugerís que se puede eliminar repentinamente una gran proporción de empleo público, creo que:
    - la estructura/composición del empleo en 1945 es totalmente diferente a lo que tenemos en 2016
    - La capacidad de absorber trabajadores por una industria americana de posguerra con torda su capacidad de producción de guerra reorganizándose para satisfacer 1) las demandas de una sociedad que pasó de cuatro años de privaciones a la euforia del triunfo 2) la reconstrucción de Europa y Japón destruidos por la guerra, no se puede comparar a lo que puede ofrecer hoy el sector privado productor de bienes y servicios
    Conocés algún otro caso de reestructuración "brutal" del estado, más semejante a Argentina 2016, que haya sido exitoso?

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    1. Para responder algunas de esas preguntas hice el segundo post:

      http://econo-miaytuya.blogspot.com.ar/2016/01/podemos-despedir-los-empleados-publicos_15.html

      Sobre el caso de reestructuración argentino tendría que buscarlo, pero a simple vista el de 1990-91 puede ser util para comparar

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  2. Lo leí cuando lo publicaste, me gustó un monton, lo quoteo cada vez que me cruzo en una discusion sobre este tema y hoy lo compartí en mi pequeña fanpage

    gran trabajo!!

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