domingo, 3 de septiembre de 2017

El mito de que las máquinas causan desempleo


La idea popular de que la automatización de los procesos productivos genera desempleo de la mano de obra es tan vieja como la Revolución Industrial. Es un concepto que suele ser resumido en frases como “la máquina reemplaza/desplaza/sustituye al hombre”, “desempleo tecnológico”, “empleos que serán destruidos por máquinas”, etc. y que domina el debate, así como el sentido común, del ciudadano de a pie. 

Como en otros casos, aunque no ocurre siempre, el sentido común se equivoca gravemente. Los economistas han refutado la afirmación anterior desde hace más de cien años. A continuación, veremos una serie de razones económicas por las que es falso que la introducción de máquinas genere desempleo masivo.

(1) Producir la máquina requiere empleo de mano de obra

Buena parte, o todos, los despedidos por la introducción de la máquina se compensan porque para fabricarla necesariamente se requirió mano de obra. Sin hacer esa máquina, ese empleo de construirla no existiría (Hazlitt, 1946: 38).

Lo que crea las máquinas ¡ES UNA INDUSTRIA! O, mejor dicho, en general es alguna industria o una empresa. Y, como toda industria o empresa que se expande, emplea más gente (entre otros insumos como materias primas, energía, terreno, etc. cuya expansión de producción puede también demandar más empleo).

Pero aun asumiendo que la industria de la máquina, y sus ramificaciones, no logran compensar todos los puestos de trabajo perdidos; quedan otras razones.

(2) Los beneficios que gracias a la máquina generan empleo

¿Con qué propósito se introduce la máquina en primer lugar? Para que (se espera) reduzca los costos de hacer un producto. Si no (se esperara), no se habría adquirido. Ello brindará al adquirente beneficios mayores que sin la máquina. En un principio, puede se usen para pagar el costo de adquirir la nueva tecnología, lo que quede después es ganancia para el empresario.

Luego de que la máquina “se paga a sí misma”, el empresario está obteniendo ganancias mayores que antes (asumamos que vende el producto al mismo precio que lo venía haciendo, con sus costos ahora disminuidos por la máquina). Si se ve solo desde el punto de vista individual del empresario, como lo haría un progresista, parece que solo él gana y encima no hay más empleo. Pero cuando hacemos el análisis social y completo, el empleo aumenta y sus ganancias no son permanentes.

Los beneficios adicionales del empresario pueden usarse en (a) ampliar sus instalaciones (comprando más maquinas o contratando más gente) para hacer más productos, (b) invertir en alguna otra industria o (c) aumentar su propio consumo. Cualquiera de esas opciones amplía la cantidad de puestos de trabajo: ya sea fabricando más máquinas, ya sea ocupando empleados adicionales en otras industrias o con los contratados para producir más bienes de consumo adicionales (Hazlitt, 1946: 38-39).

(3) La competencia genera más empleo

Los mayores beneficios en relación a los de los demás productores, tenderán a atraer competidores que imitarán su ejemplo, aumentando la demanda y producción de más máquinas. Si los otros se resisten a adquirir la máquina, el empresario pionero en la mecanización con su eficiencia comenzará a expandir sus operaciones a costa de ellos (absorbiendo a sus empleados ya sea trabajando para el pionero o haciendo máquinas adicionales que este demanda). Y para producir esas máquinas, se demandará trabajadores adicionales.

La mayor producción ofrecida y eficiencia gracias a las máquinas, permitirá reducir el precio del producto, mientras los beneficios “extraordinarios” se agotan en el proceso de competencia entre los adoptantes de la máquina que baja el precio (Hazlitt, 1946: 39). 

(4) El empleo cambia de composición, pero no disminuye, y la productividad aumenta

La introducción de la máquina se hace para aumentar la productividad. Esto significa (a) producir mayor cantidad del mismo producto por unidad de tiempo (más “output” por unidad de “input”) o también (b) producir productos de mejor calidad (inviables sin la introducción de la máquina). Ceteris paribus, el aumento de oferta del bien A (que haya más del mismo producto o que se ofrezca uno de mayor calidad que antes no se ofertaba) disminuye su utilidad marginal respecto de la de los demás bienes. Por ende, la mano de obra tiende a retirarse de la producción de A y queda disponible para ampliar la producción de otros artículos B, C, D, etc. Esos proyectos de producción solo son rentables y viables gracias a la introducción de la máquina y la mejora de fabricación del bien A. Antes de la máquina, esos proyectos no se llevaban a cabo. ¿Por qué? Porque la mano de obra estaba ocupada produciendo al artículo A, cuya demanda era más urgente que la de los demás productos. La causa por la cual se reduce la mano en la industria de A, luego de introducir la máquina y producir más A, es que aumentó la demanda por trabajadores en los demás sectores que ahora se pueden expandir y que antes de la máquina no podían (Mises, 1949: 768).

Una mejora tecnológica o más y/o mejor maquinaria va a incrementar el empleo en una industria donde la demanda de su producto sea “elástica” (ante una baja de precio de un cierto porcentaje, la cantidad demandada del producto aumenta en porcentaje mayor). Si el precio baja, digamos, un 10 % y la cantidad demandada aumenta en 50 %, entonces para producir esa cantidad adicional (posible gracias a la baja de precio, que a su vez es viable por la reducción de costos debida a la introducción previa de la máquina) se demandará más empleados. La ampliación de la producción expande el empleo en la industria. E incluso usando la máquina “ahorradora de trabajo”, se necesitan a todos o buena parte de los trabajadores despedidos para producir más y alcanzar la demanda. Es decir, se precisan más empleados que los que eran necesarios antes de aparecer la máquina.

Pero aun asumiendo que la demanda del producto es “inelástica” (ante una baja de precio de un cierto porcentaje, la cantidad demandada del producto aumenta en porcentaje menor o incluso no aumenta en absoluto), no se pierden empleos netos por mayor innovación tecnológica. A diferencia del caso anterior de demanda “elástica”, esta vez la demanda no aumenta suficiente para absorber a los despedidos. Ciertamente esa industria puede demandar menos trabajadores y otros recursos, pero como el precio del producto disminuyó por la mayor productividad, la gente gasta menos en adquirirlo. Los fondos adicionales que ahora tienen (gracias a la baja de precio del producto), los gastarán en otro lugar* generando más producción y más empleo en otras industrias. Los trabajadores son despedidos de una industria que produce un bien para trabajar en otras que hacen otros productos. En resumen, usar máquinas y disminuir el empleo en industrias con demanda “inelástica” provoca que esos trabajadores vayan a industrias con demanda “elástica”. El empleo cambia de composición, menos en industrias de demanda “inelástica” y más en las de demanda “elástica”, pero no necesariamente se reduce. El trabajo se expande en unas industrias y se contrae en otras.

En los dos casos antes mencionados, además hay una fuente de trabajo adicional ofrecida para trabajadores: la industria que hace maquinas nuevas y se está expandiendo (Rothbard, 1962: 588; Fairchild, 1952: 478-81).

(5) Miopía analítica

En última instancia, la falacia del desempleo tecnológico se debe al limitado, arbitrario e incorrecto punto de vista miope de concentrarse exclusivamente en un sector.

Lo de que “la maquina dejó desempleado” a uno o varios trabajadores únicamente es cierto desde el punto de vista de la industria o empresa. Cuando se hace el análisis global, ya no lo es. Al usar este argumento, los progresistas que siempre acusan (falsamente) a los liberales de ser “atomistas”, “individualistas” o que “no tienen en cuenta que los hombres viven en sociedad”; caen en la contradicción de hacer un análisis individual o sectorial y olvidar el estudio social.

Si una persona que fue despedida, porque una maquina ahora hace su trabajo, encuentra empleo en otro lugar, entonces en este caso no hubo desempleo generado por la mecanización. La persona no está desempleada. Solo si se ve el empleado despedido y no se mira que el mismo encontró otro empleo en otro lugar o industria, tiene sentido la tesis alarmista. 

Cierto, la máquina “hizo que lo despidieran” (que perdiera su antiguo trabajo), pero eso no necesariamente lo hace desempleado (imposibilitado de encontrar un nuevo trabajo)**. La máquina pudo haber quitado su puesto de trabajo anterior, pero de ninguna manera le sacó su potencial nuevo empleo. Por ende, la introducción de la maquina “reemplazando” al hombre no causa desempleo.

¿Y si no hay suficientes empleos adicionales para absorberlo? No hay ninguna razón para pensar ello, al menos en una economía libre. Primero, los servicios del factor trabajo son un factor productivo relativamente escaso (respecto a la tierra, por ejemplo) y no-específico. Dado que es uno de los más escasos, no hay ningún incentivo para mantenerlo ocioso, sino al contrario: economizarlo (utilizarlo en los usos más urgentes siempre que sea posible). Segundo, las necesidades humanas por bienes o servicios útiles intercambiables están muy, pero muy, lejos de estar completamente satisfechas. Y no solo no están satisfechas, encima no son siempre las mismas, cambian constantemente. Es más, aun en el supuesto irreal de que la inmensa mayoría estuvieran satisfechas, ello requeriría una inmensa e intrincadísima estructura de capital. Solo el mantenerla requeriría una brutal cantidad de trabajo (Rothbard, 1962: 587).

Si no hay mayor cantidad y calidad de oportunidades laborales, la razón hay que buscarla en la intervención estatal. Allí donde los impuestos sean muy altos, las regulaciones muy numerosas, amplias y prohibitivas, haya salario mínimo, beneficios de desempleo o sindicatos privilegiados, donde el Estado absorba buena parte de los recursos gastando mucho, etc.; muchos menos proyectos de inversión se llevarán a cabo. Y, por ende, muchas menos oportunidades de trabajo habrá si uno pierde su puesto. Si el gobierno destruye los nuevos empleos y los potenciales, entonces no es la maquina la que genera desempleo. Para sorpresa de nadie en ningún lugar, es el gobierno el que lo hace.





* Obviamente, no gastarán mucho más en el mismo producto o industria pues la propia definición de demanda inelástica (supuesto inicial) implica necesariamente que la cantidad demandada cambia poco o no lo hace ante variaciones de precio. Como sí podíamos asumir, por ejemplo, en el primer caso de la demanda elástica, que todo lo que les sobraba de dinero a los consumidores, gracias a la baja inicial de precio, lo gastaban solo en adquirir más del producto.

** Por supuesto que puede ocurrir un “desempleo” si el trabajador despedido insiste en buscar únicamente el trabajo exacto que ahora hace una máquina al mismo salario o mayor. Pero eso sería desempleo voluntario, el cual no es un problema. Si un trabajador insiste en aceptar solo sus propios términos para un puesto y estos no se pueden cumplir, difícilmente encontrará empleo. Pero eso ocurrirá no solo en el caso de las máquinas, sino también en cualquier otro caso que no las involucre. Si, por ejemplo, para entrar a trabajar a una universidad por primera vez insisto en ingresar como el director cobrando $160.000 al mes, voy a permanecer sin encontrar trabajo allí. El empleado que desee únicamente y sin excepción trabajar hoy haciendo autos en una línea de montaje como en los años 20s, habrá elegido quedarse desempleado en la industria automotriz. Ni siquiera en estos casos ocurre desempleo involuntario.



Fairchild, Fred R. (1952) Understanding Our Free Economy: An Introduction to Economics. D. Van Nostrand Company.

Hazlitt, Henry (1946), Economics in One Lesson. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2008.

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.

Rothbard, Murray N. (1962) Man, Economy, and State, with Power and Market. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2004.

No hay comentarios:

Publicar un comentario